Detalle de tablero

EL TABLERO DEL PASO DE NUESTRO SEÑOR JESÚS DE LA DESNUDEZ 

La Cofradía de la Desnudez representa, en su conjunto escultórico, el momento en el que Cristo es despojado de la túnica para ser clavado en la cruz. Tallado en 1910 por el valenciano Vicente Tena. Doce hermanos se encargan, cada año, de llevar a hombros la Desnudez sobre una base de madera o tablero, de gran singularidad artística y temática construido por Teófilo Arenillas Alonso a instancias de la cofradía.

La primera referencia del tablero aparece en el Libro de Actas y Cuentas de la Hermandad, en el año 1882, donde la junta general acuerda hacer un “tablón nuevo”, que supla al anterior; “para lo que dará cada hermano un real todas las semanas”. En años sucesivos se irá recaudando el cuantioso importe hasta que, en el año 1889 aparece reseñado, en dicho libro, el encargo de la confección de un tablero procesional al carpintero vecino de esta ciudad, Eduardo Arenillas, cuyo taller se encontraba en la calle La Rúa número 37.

Como era costumbre los hermanos se reunieron, en la casa del Hermano Mayor, el dos de junio de 1889, para someter a votación el “plano” aportado por el artista en el que se recogían las propuestas artísticas. El importe se ajustó en dos mil cien reales. La obra fue acometida al año siguiente, como se ha comprobado al aparecer la firma del autor en uno de los travesaños del armazón: “Este tablón le hizo Teófilo Arenillas 1890”. Alumno aventajado e hijo del carpintero Eduardo Arenillas, el cual adquirió mucha fama en su oficio, llegando a trasladar el taller a Valladolid.

 

Perteneció a la Hermandad de La Desnudez durante varios años, como “hermano reservado”, al ser trece los “hermanos activos” encargados de procesionar, tradición que pasaba de padres a hijos. En cambio, sí se le encomendó el encargo de cuidar del tablero, del montaje y desmontaje del conjunto escultórico, al que se le daba culto, durante el resto de año en una de las capillas de la Iglesia de Santa Cruz. La hermandad se encargaba del mantenimiento de la capilla, triduo y misas.

El taller de los Arenillas también realizó y reparó otros tableros procesionales de la Semana Santa riosecana, como el tablero y la cruz del Santo Cristo de la Pasión, el de La Piedad y el del Nazareno de Santiago.

El maestro Arenillas empleó el pino, madera resinosa y blanda, apropiada para el bastidor principal, travesaños y largueros laterales. Nogal, madera frondosa y semidura de vetafibra fina calificada como noble, para los tres palotes delanteros y traseros, así como para los paneles laterales, tallados con magnífica maestría; festones, ménsulas, guirnaldas o cintas florales, casetones y emblemas a lo largo de los tres metros y ocho centímetros cada lateral y un metro y setenta y cinco centímetros cada frontal de la caja, a los que hay que añadir los cincuenta y dos centímetros de los palotes.

Del ornamento destacan los dos emblemas centrales de cada costado, que simbolizan la Pasión de Nuestro Señor. El de la izquierda, dos ángeles sostienen en una mano la guirnalda y en la otra el paño en cuyo interior aparece el martirio a que fue sometido Jesucristo; una columna con cuerdas, un candil e instrumentos para la flagelación, coronado todo ello, por un gallo que representa las tres negaciones de San Pedro, tal y como profetizó Cristo: “Antes que cante el gallo me negarás tres veces”. El de la derecha tiene la misma composición, pero cambia el interior, al tallar el rostro de Jesús, la cruz, el martillo, la escalera, la lanza, el varal con la esponja, las tenazas, los clavos y los tres dados que simbolizan el sorteo de la túnica entre los soldados que le custodiaban.

Las molduras están adornadas con zarcillos de acanto y festones divididos con seis ménsulas. Hay que resaltar la especial habilidad de Arenillas para tallar, con la gubia a dos manos, la veta y contraveta de la madera, con la dificultad que este método conlleva. Finalmente los cuatro ángulos del tablero continúan con el mismo trazado de ménsulas de acanto y guirnaldas en inglete superpuesto. Los palotes están injertados en el armazón principal con mucha maestría. La cruz, apoyada en una piedra, está tallada con motivos vegetales.

El tablero realizado por el maestro Arenillas no ha sufrido modificaciones importantes, aunque se han realizado varias intervenciones reparadoras. La primera aparece documentada en 1919, para “reparar y barnizar el tablero”. En 1979 el carpintero Rafael Prieto pone una tapa chapeada de sapelli, refuerza el armazón y se barniza.

En la junta general del Domingo de Ramos del 2002, los hermanos encargan al artesano riosecano Ángel Martín García la restauración del tablero. El análisis, emitido por él, evidenciaba el deterioro causado por el uso y el ataque de xilófagos en el armazón de pino, como en las principales piezas ornamentales de nogal. Los largueros laterales estaban fragmentados debido al uso de las horquillas, bolsas y pérdida en el recubrimiento del piso. Arañazos y falta de volumen en una de las guirnaldas. La cruz presentaba pérdida de molduras en el cabecero y fisura en el INRI. La piedra donde se apoya la cruz, de pino y nogal, mostraba desajustes por dilatación. Se refuerzan las zonas dañadas del interior. Se eliminan las distintas capas de barnices y se coloca, en el suelo del tablero, madera laminada de masonia.

 

 

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